Eran cerca de las diez de la noche, tuve un largo día me sentía cansada, agotada, solo quería dormir.
Iba caminando por la calle y había mucha congestión vehícular.
Iba caminando, ¡qué va! Eso quería, quería avanzar, quería llegar a mi departamento lo más rápido, pero iba más lento que nunca, mis ganas eran muchas, pero mi cuerpo estaba inmóvil, a la mañana siguiente tenia universidad.
Nada era claro, todo lo veía borroso, de pronto escucho un rugido muy fuerte, doy vuelta mi cabeza y vislumbro a un tigre a tres cuadras tras de mí.
Era inmenso, aquel venia corriendo velozmente, no paraba de seguirme, me asusté, desde pequeña le tenía una fobia inmensa a aquel animal.
Corría y corría a más no poder, las calles estaban llenas de personas, recuerdo haber escuchado en medio de esa poca claridad, a mi amiga Ignacia.
- ¡Favi, Faviana! ¡CUIDADO! -
-¡No corras! Si tu paras, el parará. Me gritaba.
No respondí, ni hice caso a su precaución, era tanto el miedo, que, miré hacia atrás y me lleve la sorpresa de que aquel animal, estaba ya muy cerca.
No sabía qué hacer, sentía muchos nervios, la gente de mi alrededor no me veía, yo era invisible a los ojos de ellos, me desesperé, recuerdo que comencé a gritar, gritaba y gritaba, mientras corría, sentía unas punzadas en mi corazón, por mi cabeza mi mundo se daba vueltas, se juntaban todos mis conocidos, se combinaban sus voces, y todos en coro me decían:
-¡Tú puedes Favi! ¡Vence tus miedos!
Repentinamente noté que todo estaba distinto, ya no habían personas, ni autos, ni calles, sólo habían nubes, a lo lejos vi pájaros, era el cielo, yo estaba volando.
Luego aterricé, y me dí cuenta que solo era lo que quería, yo quería volar para escapar de él, pero antes, debía entender el porqué de su seguimiento.
Tomé valor de donde no existía, admito que siempre fui de tener poca fe en mí, pero esta vez debía ser diferente. Cerré mis ojos y pensé en ese sueño que tuve alguna vez, en el que soñé solo cosas lindas, solo cosas que amaba, cosas que me hacían feliz, que me traían alegría tanto a mí como a mi familia, pero como sabemos, nuestro mundo no es perfecto; al abrirlos sentí alivio, sentí por primera vez un orgullo, una admiración y un querer lograr algo, miré nuevamente hacia atrás y me detuve.
Aquel tigre grande que me seguía paró al igual que yo, emocionada lo abrazo, aquel ya no era inmenso, era normal, lo abrazo fuertemente mientras; escucho el tono de la alarma de mi celular, y es así que aquella me avisaba que me debía levantar...
Iba caminando por la calle y había mucha congestión vehícular.
Iba caminando, ¡qué va! Eso quería, quería avanzar, quería llegar a mi departamento lo más rápido, pero iba más lento que nunca, mis ganas eran muchas, pero mi cuerpo estaba inmóvil, a la mañana siguiente tenia universidad.
Nada era claro, todo lo veía borroso, de pronto escucho un rugido muy fuerte, doy vuelta mi cabeza y vislumbro a un tigre a tres cuadras tras de mí.
Era inmenso, aquel venia corriendo velozmente, no paraba de seguirme, me asusté, desde pequeña le tenía una fobia inmensa a aquel animal.
Corría y corría a más no poder, las calles estaban llenas de personas, recuerdo haber escuchado en medio de esa poca claridad, a mi amiga Ignacia.
- ¡Favi, Faviana! ¡CUIDADO! -
-¡No corras! Si tu paras, el parará. Me gritaba.
No respondí, ni hice caso a su precaución, era tanto el miedo, que, miré hacia atrás y me lleve la sorpresa de que aquel animal, estaba ya muy cerca.
No sabía qué hacer, sentía muchos nervios, la gente de mi alrededor no me veía, yo era invisible a los ojos de ellos, me desesperé, recuerdo que comencé a gritar, gritaba y gritaba, mientras corría, sentía unas punzadas en mi corazón, por mi cabeza mi mundo se daba vueltas, se juntaban todos mis conocidos, se combinaban sus voces, y todos en coro me decían:
-¡Tú puedes Favi! ¡Vence tus miedos!
Repentinamente noté que todo estaba distinto, ya no habían personas, ni autos, ni calles, sólo habían nubes, a lo lejos vi pájaros, era el cielo, yo estaba volando.
Luego aterricé, y me dí cuenta que solo era lo que quería, yo quería volar para escapar de él, pero antes, debía entender el porqué de su seguimiento.
Tomé valor de donde no existía, admito que siempre fui de tener poca fe en mí, pero esta vez debía ser diferente. Cerré mis ojos y pensé en ese sueño que tuve alguna vez, en el que soñé solo cosas lindas, solo cosas que amaba, cosas que me hacían feliz, que me traían alegría tanto a mí como a mi familia, pero como sabemos, nuestro mundo no es perfecto; al abrirlos sentí alivio, sentí por primera vez un orgullo, una admiración y un querer lograr algo, miré nuevamente hacia atrás y me detuve.
Aquel tigre grande que me seguía paró al igual que yo, emocionada lo abrazo, aquel ya no era inmenso, era normal, lo abrazo fuertemente mientras; escucho el tono de la alarma de mi celular, y es así que aquella me avisaba que me debía levantar...